No hay Dios como mi Dios
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1
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Al contemplar los cielos y la tierra, cuando contemplo
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el paisaje de la mar,
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y por las noches
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observo las estrellas,
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por las mañanas
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de las aves oigo el trinar, cuando miro el sol
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que asoma las colinas,
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me admiro de lo que mi Dios creó; y es lo que tengo que decir con toda mi alma,
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como mi Dios, no hay Dios como mi Dios.
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2
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Cuando Elías se presentó
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a los profetas
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que pidieron fuego al dios baal, hirieron sus cuerpos hasta sangrar, pero no vieron de su dios fuego enviar;
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mas Elías muy sereno miró al cielo y con confianza
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fuego a nuestro Dios pidió, rápidamente de los cielos bajó fuego; como mi Dios,
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no hay Dios como mi Dios.
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3
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Muchos le sirven a dioses de madera, dioses de yeso y hasta de metal; pero no ven, no oyen y no hablan, como no andan los tienen que cargar; pero mi Dios tiene su trono
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allá en el cielo,
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y es un Dios vivo
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y contesta la oración.
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A la presencia de mi Dios tiembla la tierra, como mi Dios, no hay Dios como mi Dios.
