Mi testimonio
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En otro tiempo yo andaba sin temor, porque ignoraba
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quién fuese mi Señor;
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pero sus siervos que van a predicar, unas palabras a mí me pudo dar. A este siervo muy mal lo recibí, quien fue mi hermano después que yo creí;
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y desde entonces
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yo alabo a mi Señor,
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no me avergüenzo
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porque es mi Salvador
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Siempre pretexto quería yo poner, cuando aquel siervo
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a mí me iba a hablar;
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él con paciencia me hacía comprender, que por la puerta tenía yo que entrar.
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Y esto mismo se observa
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por doquier;
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muchas personas se quieren excusar, les es muy duro poder obedecer,
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a aquel que su alma
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les quiere rescatar.
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3
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Algunas veces
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me puse yo a pensar
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en ciertas cosas
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me llaman la atención;
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que el mal el hombre
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tenía que dejar,
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cuando ya es miembro
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de esta religión.
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Aun sin embargo yo todo deseché, siempre ayudado
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de Cristo mi Señor;
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y hoy le sigo tan sólo por la fe, confiando siempre
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que él es mi Salvador.
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4
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Esto sí digo que tiene que sufrir, todo el que a Cristo
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se quiera consagrar;
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porque no todos le van a recibir. Esta experiencia la puedo
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yo contar, el rey Herodes
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a Cristo persiguió
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cuando a los niños mandó degollar; su pensamiento jamás se cumplió, otro a su tiempo
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lo vino a sentenciar.
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Marcial de la Cruz